domingo, 21 de diciembre de 2008

Ida y vuelta

Cuando ves a alguien marchar, alguien a quien quieres, aprecias, o simplemente tienes cariño, te da pena... No saber nunca si volverá, y si en su defecto vuelve, no saber si será lo mismo...


miércoles, 17 de diciembre de 2008

Al amanecer...

Me desperté aturdida… ¿qué hora era? Noté una presencia… lo escuchaba acercarse cada vez más a mi cama, retiró la sábana y se fue metiendo lentamente. Notaba su respiración rozándome la nuca, yo fingí estar dormida… ¡me sentía tan desprotegida!
Su mano rozó mi espalda, mis brazos… bajó lentamente hasta mis glúteos y ascendió por la tripa… yo era presa del desconcierto, no podía moverme ni reaccionar… ¿qué me pasaba?
Después de un rato, él se marchó… estaba tan nerviosa que no me atreví a gesticular palabra. Pronto amaneció… en el desayuno ambos hicimos como si no hubiera pasado nada, para que mi tía no se enterara.
De vuelta a casa, me acompañó su hermana. Me aconsejó no contarle nada a nadie, así todo iría mejor… En esos momentos, yo estaba sumida en un mar de dudas ¿qué debía hacer? Decidí no contarle nada a nadie.
Pasaron los días y su cara me aparecía en sueños, la veía en todos los lados… aquello empezaba a ser una obsesión, tenía miedo… y por eso se lo conté a mi madre.
Fueron los segundos más tensos de mi vida, yo no podía con la angustia que me invadía el pecho y rompí a llorar.
Poco después nos encontrábamos mi madre, mi padre, los abogados y yo en los juzgados. Y vi su cara… él era el ser despreciable que había intentado abusar de mí, aquél que se metió en mi cama… él con 30 años y yo con 13… no soportaba su presencia, me repugnaba… no me cabía en la cabeza ¿Cómo podía ser que el marido de mi tía y padre de mi primo hubiera intentado tal cosa?
La situación era caótica; nadie podría haberse imaginado lo que hace unos días había ocurrido…
Finalmente el fiscal le dejó en libertad con cargos y ahora estamos a la espera de juicio…
Y yo me pregunto: ¿Por qué la justicia va tan mal? ¿Por qué van a la cárcel aquellos que conducen sin carné y no los pederastas?

Esta es la historia de mi prima. Espero os abra los ojos y podáis ver que lo que sale en la tele le puede pasar a cualquiera.
Simplemente siento repugnancia hacia aquellos que hacen cosas semejantes: ¿Cómo son capaces de violar la inocencia de un niño?

lunes, 8 de diciembre de 2008

Te quiero y punto.


Tú, yo, nosotros, vosotros, él y ellos...
Eh... no, no, ni hablar. Me he equivocado.
Empezaré de nuevo:
Tú y yo, puede que nosotros. El resto sobra, ¿qué te parece?
Un beso, una lágrima, un suspiro, una caricia, quizá una o mil sonrisas.
Cinco minutos, sólo cinco míseros minutos a tu lado, callados, escuchando el latir de mi corazón o en su defecto del tuyo...¿qué más dará?
Hablamos de suerte, de privilegios, de ser especial... eso somos tú y yo: una mezcla de azar, y porqué no, predestinación.
Un dos en uno, un dos por uno... depende como se mire.
La típica metáfora, un día sin noche, un norte sin sur... no somos nada y somos todo. ¡Qué sensación tan reconfortante!
Huir, huir es la palabra. Huyamos de todo, de las normas, de lo establecido... de lo que está bien o lo que está mal. Seamos nosotros, quiero decir, Tú y yo.
Sin prejuicios, sin etiquetas. Sin nadie que nos juzgue por ser como somos.
Que todo sea mejor que el sueño que vivimos. Buscar una meta infinita.
Alcanzar lo inalcanzable y así, una vez más, cerciorarse de que el mundo gira alrededor de nosotros y no nosotros alrededor del mundo. No puede ser de otra forma.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Paranoias Nocturnas

Cierro los ojos, aprieto los puños y grito, grito muy fuerte, tan fuerte que podrían oirme a kilómetros del punto en el que estoy situada.

Una habitación sin gravedad, oscura, fresca, desastrosa y al mismo tiempo acogedora y cálida. Me muevo, parezco una lagartija; respiro profundamente intentado calmarme... pero mi instinto no me deja. Me susurra que vuelva a comportarme como el animal que soy, aquel que ha perdido hace un buen rato la razón.

Aún queriendo, las circunstancias no me lo permiten, no me dejan caer otra vez en la trampa... y yo acelerada me doy media vuelta y hago como si nada hubiese pasado. No tengo prisa por volver a morder la manzana envenenada.

Todo había terminado al fin y al cabo. Sentía un gran sopor, así que me dormí, sin ningún arrepentimiento, sin ningún prejuicio.

Al día siguiente el cansancio me podía...pero sin duda merecía la pena ver su cara, sus párpados cerrados... y esa sonrisa que se le pone cuando descubre que yo le observo. Parece un ángel.
Le beso y le pregunto qué tal ha dormido. Me responde que bien, aunque ha tenido algún que otro mal sueño. Me abraza y me susurra al oído que me quiere. Yo también le quiero.

Le observo y me empiezo a reír recordando todo lo ocurrido anoche. Me mira como avergonzado. Pero le comprendo... y es que ver una película de terror a altas horas de la madrugada, no es moco de pavo; sobre todo si la persona que está a tu lado te asusta más que la propia película.