martes, 28 de octubre de 2008

PAPEL CUADRICULADO

Eran las nueve de la mañana cuando entré por aquella puerta, un martes como otro cualquiera, día lluvioso. Estaba rodeado por la oscuridad más profunda y agobiante. Sabía que en cualquier momento nacería la luz y esa fuerza mayor me obligaría a salir allí fuera. Yo no quería, no más torturas suplicaba a la nada... No es agradable permanecer con una sensación de alarma constante en el cuerpo, una sensación de miedo permanente, de histeria...

Pero, cuando menos me lo esperaba, ella asomó triunfante, resplandeciente, abrumadora... esa luz que me cegaba acompañada de aquella inequívoca fuerza mayor... y pasó. Minutos después de recuperar mi vista, pude percibir un montón de figuras a mi alrededor; todas felices y sonrientes, como si a ellas nada les afectara... ¿Cómo puedo ser tan desdichado? me pregunté. No soportaba ese murmullo de risas y de alegría que contagiaba el ambiente. Sabía que de un momento a otro comenzaría el ritual de cada día, ese dolor punzante que atravesaba mi cuerpo y que tocaba lo más profundo de mi alma.

Me paré a pensar... no merecía la pena atormentarme con todo lo que ocurría a mi alrededor, así que decidí evadirme pensando en el final de la jornada... ese momento de calma y sosiego...

La luz seguía cegándome y la fuerza volvió a ceñirme entre sus garras...¡ahora!, era ahora cuando iba a empezar el martirio de todos los días.

9.20 de la mañana: un objeto punzante, sostenido por la fuerza mayor, dibuja símbolos en mi piel si piedad, rápido, lento, con descansos... al son de la voz del fondo.

9.30: punto final de la historia, una hoja de papel cuadriculada menos y vuelta a empezar...

14.00: gastadas 6 hojas, sólo me quedan 120... el fin de mis días se acerca.

1 comentario:

kaBy dijo...

NOOOOO pobre cuaderneor! ><